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Letra Manuscrita

El valor de la letra cursiva
por Irene Torres

 

Hace cuatro años, la escritura cursiva fue eliminada de la lista de estándares básicos (Common Core Standards) a los que los docentes de primaria se deben sujetar en 45 estados de Estados Unidos. Al volverse opcional, el cultivo de esta habilidad ha sido gradualmente descartado del currículum. En contraste, en abril de este año Carolina del Norte hasta creó una ley que obliga a las escuelas a enseñarla y en Chile se evalúa con igual importancia que los demás conocimientos del área de lenguaje.

Los detractores de la letra cursiva aducen que es una exigencia innecesaria enraizada en la nostalgia y que el tiempo perdido en enseñarla podría ser utilizado para el aprendizaje de algo adicional, como una lengua extranjera, o en la profundización de los contenidos obligatorios.

En Ecuador, la letra cursiva es la gran ausente de la lista de estándares, indicadores y destrezas, con excepción de un breve y dislocado paso por el texto escolar y la guía docente de segundo de Básica entregados por el gobierno. La cursiva ya no se usa, aducen algunos. ¿Cuándo fue la última vez que vimos algo escrito así?, preguntan. Libros, guía telefónica, manuales y letreros usan solo letra imprenta. Igual con la computadora.

Pero los defensores de la cursiva aluden a sólida evidencia científica sobre su valor para la lectura. Al parecer, este tipo de escritura ayuda a distinguir entre las letras porque muestra en qué dirección están escritas.

Se estima que 16% de la población escolar mundial tiene problemas de comprensión lectora, la mayoría de los cuales están relacionados con la conciencia fonológica (vinculación de un sonido con la letra correspondiente). De acuerdo con algunas investigaciones, nuestros estudiantes de primaria no tienen la fluidez lectora –y por tanto el necesario discernimiento– que corresponde a su nivel.

Parece ser que la letra cursiva no nos remonta solo al pasado. Sociedades cultoras de la lengua, como la francesa, continúan sosteniendo su importancia. Su aprendizaje está relacionado con el desarrollo de la motricidad, algo necesario, por ejemplo, para una acción aparentemente banal pero indispensable como sostener con soltura un tenedor. Más importante aun, parece que despierta zonas del cerebro que la digitación no estimula, y contribuye al ejercicio de la memoria y la expresión de ideas.

¿Es recomendable que recuperemos con la justicia que merece a la escritura cursiva? Mientras no encontremos método más eficaz para ayudar a niños y jóvenes a descifrar con mayor facilidad el texto escrito, y en consecuencia a ser más susceptibles a disfrutarlo y producirlo con éxito, creo que sí. No encuentro muestras de que, por el contrario, debamos relegar esta habilidad pues, más bien, redunda en beneficio de otras.

15 de septiembre del 2013

 

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